Entrevista a Fernando De Castro, Investigador principal del Grupo de Neurobiología del Desarrollo-GNDe


"Las enfermedades desmielinizantes son la segunda causa de lesión medular"


El Grupo de Neurobiología del Desarrollo-GNDe se constituyó en el Hospital Nacional de Parapléjicos en el año 2005 por investigadores procedentes, fundamentalmente, del Instituto de Neurociencias de Castilla y León-INCyL, de la Universidad de Salamanca. El equipo está dirigido por Fernando de Castro Soubriet, doctor en Medicina y Cirugía y autor de más de 40 artículos científicos de relevancia internacional.


09/03/2009


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Sus estudios están centrados en dos aspectos de gran importancia para las patologías neurológicas: el estudio de los precursores de los oligodendrocitos y el estudio del sistema olfativo durante el desarrollo y la aplicación del conocimiento adquirido en la reparación de patologías neurológicas. El Dr. Fernando de Castro habla con Infomédula sobre la actividad investigadora del grupo y otras cuestiones de interés científico.


Parte de las investigaciones que usted dirige se centra en las llamadas terapias celulares. ¿Cuál es su valoración general sobre el potencial de la terapia celular con células madre para el daño neurológico?


Es un campo de un gran futuro. No creo que todas las enfermedades consecuencia de daño neurológico se puedan tratar igual, pero en algunos casos se va a poder tener una respuesta basada en terapia celular, quizá en plazos más cortos de los que teníamos previstos. Sin duda no va a poder ser como en el caso de la hematología, donde el tratamiento con células madre se inició con éxito hace décadas y ahora se pueden tratar infinidad de leucemias y de linfomas de forma efectiva: en el sistema nervioso tendremos que ser más cautos y a más largo plazo, pero se podrán hacer cosas, para ello hay muchos grupos trabajando.   


¿Llegará el tiempo en el que se pueda coger un pelo humano, usarlo para obtener células madre y con ellas ser capaces de curar enfermedades genéticas y generar o regenerar cualquier parte del cuerpo?


Eso es un poco exagerado. La teoría te dice que a lo mejor es factible, no con el pelo, a lo mejor con otro tipo de células, pero hay que tener cuidado con las expectativas que se generan. Con que podamos aportar algo de reparación efectiva a medio o largo plazo a un paciente con una enfermedad neurológica es suficiente. Me conformaría con que de aquí a diez, quince años, pudiéramos tratar de forma efectiva alguna enfermedad neurológica del tipo que fuera y que los pacientes se curen con terapia celular. Estamos hablando del Parkinson, enfermedad que lleva mucho tiempo estudiándose, de la corea de Huntington, de la que se conocen bien los mecanismos celulares o, a lo mejor, de enfermedades desmielinizantes, porque tiendo a pensar que la función protectora de la transmisión del impulso nervioso que tienen los oligodendrocitos me parece más sencilla desde el punto de vista funcional del sistema nervioso que reparar todo el circuito, pero otras enfermedades neurológicas lo veo más difícil. Las conexiones precisas entre miles de neuronas, que se alteran en otras enfermedades. El no ponerle puertas al campo y tener los ojos abiertos para investigar cualquier cosa que podamos encontrar no quiere decir que vayamos a pensar que cojamos una célula y, en veinte años, curemos cualquier enfermedad que exista.


Uno de los protagonistas de sus investigaciones son los oligodendrocitos. ¿Qué papel tendrían en una terapia celular para reparar el daño neurológico?


Si hay un tipo de enfermedades en los que me resulta relativamente sencillo pensar en que se podría llegar a aplicar una terapia celular efectiva es en las enfermedades desmielinizantes. El oligodendrocito es un tipo de célula que tiene una función compleja, claro, pero relativamente sencilla si lo comparamos con las neuronas y los grandes circuitos que hay en el cerebro. El oligodendrocito lo que hace es arrollarse alrededor del axón y proporcionar una especie de aislamiento de la conducción de los impulsos nerviosos, por el contenido de  grasas y lípidos de sus membranas. Esas células mueren y los axones quedan expuestos y empieza a alterarse la conducción del sistema nervioso. Salvando las distancias, es como si un cable eléctrico que queda pelado a la intemperie y está más expuesto a cortocircuitos e incidencias. Se trata de reponer células que fueran capaces de remielinizar, total o parcialmente, los trozos de axón que han quedado desprotegidos, esto me parece más sencillo desde un punto de vista conceptual que remodelar todo un circuito neuronal.


¿Hasta que punto estos estudios pueden dar lugar a terapias aplicables? ¿Qué mejoras se podría esperar? 


La esclerosis múltiple es el prototipo de enfermedad desmielinizante, aunque hay otras de distinto origen. Esta es una enfermedad que cursa brotes inflamatorios y lo que pasa es que, cuando conseguimos que la inflamación descienda, el enfermo acumula un cierto daño neurológico, daño que se va sumando en el tiempo. Hasta ahora, todos los tratamientos van orientados a disminuir la frecuencia de los brotes y la intensidad de los mismos, pero no a reparar el daño; por ello, lo que estamos pensando es si utilizando la terapia celular conseguiremos reponer las células muertas por otras células nuevas, en cantidad total o parcial. Este sería un tratamiento nuevo, compatible con los existentes, y donde no estaríamos intentando sólo controlar la enfermedad, sino empezar a reponer  las células perdidas.


¿Y algo similar sería aplicable a la lesión medular?


Cuando hablamos de lesión medular no sólo hay que pensar en las lesiones traumáticas, las lesiones medulares como consecuencia de las enfermedades desmielinizantes son la segunda causa de paraplejia en nuestro entorno. En los pacientes con esclerosis múltiple que afecte a la médula espinal, las expectativas deberían ser las mismas. Otra cosa es el daño medular por causa traumática, que tiene unos componentes diferentes, donde hay axotomía y, secundariamente, una desmielinización que, a priori, se podría tratar de forma similar. Pero en este tipo de lesiones traumáticas lo complicado es tratar el grueso del daño, es decir, la sección de los axones.


Vuestras investigaciones no sólo implican terapias celulares, también estudiáis moléculas con nombres tales como Sonic Hedgehog, FGF-2 o Anosmina 1, ¿qué hacen estas moléculas?


Estas moléculas las hemos estudiado a lo largo del desarrollo y ahora en individuos maduros. Por una parte, algunas de estas moléculas favorecen la división de los precursores de los oligodendrocitos. Por ejemplo, si tenemos cuatro precursores con una cierta capacidad de proliferación, cuando les añadimos Sonic Hedgehog, en 24 horas podemos tener diez, lo cual significa aumentar el número de células disponibles. Otras de estas moléculas son indispensables para que los precursores de oligodendrocitos se muevan, el equivalente sería pensar a la gasolina de los coches: durante el desarrollo, los oligodendrocitos no se mueven sin FGF-2 y, por lo que estamos viendo, en lesiones desmielinizantes podría pasar lo mismo y, entonces, para que esos precursores lleguen a las lesiones y pudieran entrar y reparar el daño, harían falta este tipo de factores. Con todas estas moléculas lo que estamos desbrozando es la biología molecular básica de estas células, cómo se comportan, para luego poder jugar con ellas; es decir complementar con estos factores una terapia celular o la movilidad de estas células. Aquí podríamos abarcarlo de dos formas: la primera es que hay que pensar que precursores endógenos de oligodendrocitos internos existen en el cerebro de cualquier persona, entonces no habría ni siquiera que transplantar esas células, si es que conseguimos jugar con el medio en el que se encuentran para que lleguen a la zona de lesión entren, se diferencien en células reparadoras y reparen; y la otra opción sería plantar un hipotético transplante. Lo suyo es potenciar la capacidad biológica de estas células, que todos tenemos de forma natural en el cerebro, para que el tratamiento sea lo más efectivo y lo menos agresivo posible.


La otra línea de investigación principal de vuestro grupo concierne al sistema olfativo. Habláis de él como el gran olvidado dentro del sistema nervioso, ¿qué datos o aspectos importantes nos está aportando su estudio?


El sistema olfativo resulta muy interesante, se trata de una de las partes del cerebro más antiguas desde el punto de vista evolutivo y está determinando mucho de lo que viene después en la escala filogenética, como la neocorteza (la visual, sensoriomotora, el córtex frontal...). Además, el sistema olfativo tiene unas propiedades muy especificas, tanto de estructura como de funcionamiento y propiedades biológicas. Por ejemplo, parte de sus células se están generando constantemente en nosotros: cada noventa días cambiamos todos los receptores olfativos de la nariz y nadie tiene una sensación de que haya cambiado nuestra función olfativa. Estamos hablando de generar miles de nuevas neuronas que tienen un crecimiento axonal muy rápido hasta llegar al bulbo olfativo y que además establecen sus conexiones correctamente. Las bases fundamentales de ese crecimiento axonal  nos pueden aportar muchas ideas, por ejemplo, para lesiones como la lesión medular, que requieren un crecimiento axonal efectivo. Además, tenemos células tan específicas como la glía envolvente olfativa, muy particulares, que son indispensables para permitir ese ambiente de recrecimiento axonal rápido y efectivo. Todo o ello provoca unas condiciones muy especiales desde el punto de vista de la biología celular, que te permiten investigar procesos que, en otras condiciones, no son viables desde el punto de vista de la reparación. Creo que el sistema olfativo es interesantísimo, tanto si lo miras desde el punto de vista evolutivo, de la biología celular, de la fisiología, como desde el punto de vista de la reparación.


¿Cabe pues esperar un aumento del interés en el estudio del sistema olfativo?


En la neurobiología del sistema olfativo hay relativamente poca gente trabajando, pero en cualquier aspecto de la neurobiología moderna, siempre hay un pequeño contingente de científicos que trabajan en el sistema olfativo aportando preguntas muy punteras. Ya ocurre en neurogénesis, en genómica, en biología del desarrollo e incluso en determinados aspectos de la neurofisiología. Mi idea es que también deberíamos empezar también a pensar desde el punto de vista neuroreparador y barajar más tópicos, aparte del manejo de la glía envolvente olfativa, que es el único que hasta ahora se está estudiando.


¿Existe alguna relación entre el sistema olfativo y la intuición?


Las últimas memorias que pierde un enfermo descorticado son las memorias olfativas. Cuando una persona ya no es capaz de reconocer una serie de memorias (visual, auditiva) aún responde a memorias olfativas. Puede reconocer un olor de la casa o del trabajo. Es otro de los aspectos a los que no se ha prestado tanta atención como, por ejemplo, a la visión o la audición. Hay muchísimas cosas que van a estar determinadas por nuestro sistema olfativo que deberíamos investigar a fondo como, por ejemplo, la implicación de nuestro sistema olfativo accesorio y la percepción de las feromonas en la atracción sexual y en la reproducción.


Por último, una pregunta todavía más... digamos, metafísica ¿Hoy por hoy tenemos respuestas científicas para cuestiones filosóficas como?: ¿Es inevitable morir? ¿Podemos regenerar nuestro cuerpo y darle una nueva vida?


La vida tiene sus factores limitantes. La calidad de vida de las personas ha mejorado mucho desde hace cuatro o cinco generaciones. Por ejemplo los antibióticos han revolucionado la esperanza de vida de las personas. Antes nos acatarrábamos y la gente moría de una complicación como una la pulmonía, hoy sólo muere la milésima parte de la gente que podría morir de eso hasta los años 40. Se ha alargado la vida media de las personas y se ha reducido la mortalidad infantil y juvenil. No creo que debamos pensar en vivir trescientos o cuatrocientos años. Desde luego yo no quiero ser inmortal, lo que deseo es tener calidad de vida. Tenemos que vivir lo mejor posible, pero no seremos inmortales gracias a este tipo de técnicas.


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Fuente: Infomedula - Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo


 

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