AVANCES CONTRA LA ESCLEROSIS

DOS millones y medio de personas padecen esclerosis múltiple. Esta enfermedad, la más extendida entre cuantas afectan al sistema nervioso central, interrelaciona procesos inflamatorios y neurodegenerativos, y provoca diversas disfunciones neurológicas y una progresiva pérdida de habilidades que, en última instancia, causa la paralización de quienes la padecen y propicia su muerte. No hay cura para la esclerosis múltiple, aunque sí distintos tratamientos que pueden ralentizar su avance y otros de carácter paliativo. En todo caso, y dada su naturaleza, la esclerosis múltiple es una enfermedad particularmente cruel, puesto que va privando a los pacientes de sus capacidades poco a poco, en un proceso de momento irreversible y de bien conocido y muy desagradable final.

Las penosas características de esta enfermedad son también un constante acicate para los investigadores que desde hospitales, universidades y laboratorios tratan de combatirla, desentrañando sus claves y perfilando nuevos protocolos de actuación médica. El camino se anuncia, en este sentido, largo. Pero los investigadores no cejan en su tarea. La semana pasada se dieron a conocer en la revista Nature los frutos de un megaproyecto científico que ha implicado a un total de 131 equipos punteros de todo el mundo, coordinados en su lucha contra la esclerosis múltiple y financiados por varias instituciones. La lista de participantes es amplia, tanto en lo referente a talentos profesionales como a procedencia geográfica. Incluye a especialistas de primeras universidades anglosajonas como Cambridge, Oxford o Harvard, y de facultades y centros hospitalarios de Francia, Italia, Alemania, Dinamarca, Irlanda, Suecia, Noruega, Australia u Holanda. Y, también, a varios neurólogos que operan en Barcelona: Xavier Montalbán, Manuel Comabella y Pablo Villoslada, encuadrados los dos primeros en unidades dedicadas a la esclerosis múltiple de Vall d'Hebron y el tercero, en la del hospital Clínic. En total, son 250 científicos los que firman las conclusiones de esta investigación. Sus frutos están todavía lejos de lograr la curación de los enfermos. Pero contribuyen a un mejor conocimiento de la esclerosis. Particularmente, en lo relativo a las causas de la dolencia –que tiene un origen más inmunitario que neurológico– y a la definición de futuros tratamientos. El próximo reto es ahora ir más allá en el conocimiento de los genes de la enfermedad.

Aunque incompletos, los progresos registrados son, como decíamos, apreciables. Pero, más allá de estos resultados específicos, una ambiciosa investigación como la referida nos brinda otra enseñanza de orden general, que no queremos dejar de subrayar: los progresos han sido fruto de la acción coordinada de diversos equipos de muy diversas procedencias, que han dejado a un lado personalismos e intereses propios y han sumado saberes y esfuerzos en pos de un objetivo común. En el ámbito científico este espíritu de colaboración viene de antiguo y es frecuente. Por desgracia, no puede decirse lo mismo de otros ámbitos quizás más centrales de la actividad humana –del económico al político, del social al ecológico– donde los intereses particulares campan desbocados y los comunes se desatienden con alarmante frecuencia. Lo cual debería invitarnos a reflexionar, porque en estos últimos ámbitos la necesidad de alcanzar avances colectivos es tanto o más perentoria que en el de la ciencia.

laVanguardia.com 14. 08. 2011

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